Que no te la den con queso!

Al contrario de lo que mucha gente piensa y salvo excepciones, el vino tinto y el queso no están hechos el uno para el otro. ¿Por qué? Básicamente, porque las proteínas y las grasas del queso bloquean las moléculas responsables de los aromas del vino y los taninos de éste hacen lo propio con las del sabor del queso.

Sabiendo esto, ahora entenderéis mucho mejor la expresión “Que no te la den con queso” Parece que su origen se remonta a cuando los antiguos bodegueros manchegos ofrecían una breve cata a los compradores al por mayor para que se decidieran por sus vinos. No era del todo infrecuente que algunas añadas o partidas no estuvieran tan logradas como debían, así que servían estos vinos “menos buenos” junto a una pequeña tapa de queso. De esta forma disimulaban sus fallos. El resultado es el que imagináis: los compradores terminaban pagando por ese género el mismo precio que por el de mayor calidad. Una vez en casa, cuando ya no había marcha atrás, probaban de nuevo el vino y alguien avispado les venía con lo de “Éste te lo han dado con queso”.

Pero, ojo: ocurre todo lo contrario con los vinos blancos, los cuales potencian su sabor con la mayoría de los quesos y viceversa. Por esta razón, como regla general, servid siempre el queso con un vino blanco tranquilo, un oporto, un espumoso… Y, en caso de que os empeñéis en maridar queso con vino tinto por las sencillas razones de que lo habéis hecho toda la vida o de que os gusta (y punto), os recomendamos que sea un tinto muy liviano, poco tánico, como son los vinos jóvenes