Viñedos en altura
El vino nace de la uva, por ello, aspectos como la altitud en la que esta se cultiva, resultan claves en la obtención de un vino de calidad.
La altura de 1.080 metros donde se encuentran los viñedos implica más y mejor radiación solar.
Además, se produce una mayor amplitud térmica, que puede alcanzar los 20 grados, durante los meses de gestación y maduración de la uva.
El tanino fino de los vinos tintos
En estas condiciones se induce una maduración lenta y prolongada de la que se obtienen granos más sufridos, pequeños y con mayor proporción de hollejos que de pulpa.
Puesto que en el hollejo se encuentran los taninos, a más altura, más taninos.
La altura junto con los suelos calcáreos contribuyen a un mayor contenido en tanino fino y amable, un rasgo fundamental de los vinos tintos.
La altura aporta acidez
La altura, gracias a la amplitud térmica que genera, aporta un efecto refrescante que incrementa los índices de acidez.
Ideales para crianza en barrica
Los vinos que provienen de estas uvas ofrecen gran variedad de color, amplitud, profundidad de aromas y gran complejidad en boca.
Además, se convierten en mucho más aptos para la crianza en barrica por su mayor acidez y proporción de taninos.
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