Cuando la uva está lista para ser recogida y el tiempo lo permite se oye en Pedrosa de Duero: “la bodega ya ha abierto”.
Y comienza la “bendita locura”.
EL PROCESO.
La selección de los racimos se hace en el mismo campo.
Por experiencia.
Estamos hablando de viticultores que son ya tercera o cuarta generación y la uva sigue recogiéndose a mano como antaño.
Más tarde, se separa el fruto del raspón o tallo del racimo, para evitar que aporte un gusto demasiado herbáceo.
En los depósitos se inicia el proceso natural de la fermentación alcohólica, que suele durar unas dos semanas y durante el cual se controlará la temperatura y se procurará que el mosto esté en continuo contacto con el hollejo o piel de la uva.
De esta forma, se extrae el color, la estructura y el potencial aromático de la fruta, en el caso de los vinos tintos.
Una vez terminada la fermentación alcohólica se retiran los hollejos y el vino se traslada a otros depósitos donde realizará la fermentación maloláctica a lo largo del invierno.
LA CRIANZA
Previa cata en depósito y evaluación de sus cualidades de envejecimiento, los vinos serán destinados convertirse en crianzas, reservas o grandes reservas.
Es el momento de seleccionar las barricas de roble francés y americano, o algunas de roble procedente del Centro y Este de Europa, para dar el envejecimiento más adecuado a cada estilo de vino.
Todo ello en un lugar tranquilo, sin luz ni ruidos y a una temperatura constante.
Despues de todo esto…
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